Yo no soy mucho de hacer logros en las nuevas consolas, pero si es cierto que cuando era un chaval, con los amigos intentaba hacer cosas imposibles con la esperanza de ver algún personaje secreto o algún final alternativo.

Todos los que crecimos en los 80/90 lo hicimos con la interminable guerra entre Nintendo y Sega y sabemos que esta llegó a su máximo esplendor en la generación de los 16 bits.

Y claro, de ahí salieron muchas comparaciones de juegos que salían en ambas plataformas y hay un juego en concreto que siempre me ha sorprendido que la gente considerase mejor la versión de Megadrive.

Al principio me emocioné por tener mi primer ordenador, pero pronto descubrí la letra pequeña: La mayoría de juegos que tenían mis amigos, necesitaban un ordenador más potente para funcionar.

Poco a poco me fui haciendo con grandes juegos, descubriendo las primeras aventuras gráficas de LucasArts y durante un tiempo fue suficiente, pero un día actualicé a MSDOS 5.0 y allí estaba, una especie de editor de texto llamado QBasic.

Cuando se habla de consolas portátiles en los 90, la mayoría de gente piensa en la Game Boy de Nintendo o en Game Gear de Sega, pero en 1989, a la par que estas dos, Atari se hizo con los derechos de un proyecto de Epix que bautizó como Atari Lynx.

Si estábamos aún en la época de los 8 bits, lo sorprendente que tenía Lynx es que contaba con un procesador gráfico de 16 bits que le permitía correr juegos mucho más avanzados, tecnológicamente hablando, que sus competidoras.