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Despropósito de Tronos

Han pasado 15 años desde que conocí Juego de Tronos, pero no fue por las novelas y mucho menos por la serie de TV que por aquel entonces, dudo que nadie se imaginase que iban a hacer.

Fue por un juego de estrategia que me fascinó, pero tengo que reconocer, que por lo que me habían explicado de la historia, no pensé que me llegaría a enganchar a esta historia.

Esta madrugada me quedé, como muchas personas a ver el capítulo final, sin muchas ilusiones ya que toda esta última temporada ha sido bastante decepcionante, en mi opinión.

No es ningún secreto que HBO quería alargar la serie y que incluso George R. R. Martin se ha desentendido por como están haciendo las cosas y, de esa urgencia por terminar, nace la decepción de muchos seguidores.

En esta temporada hemos visto como la amenaza de los caminantes, que debía ser el tema centrar de la historia, se resolvía en dos episodios, con una puñalada de Arya.

También veíamos al Bran, el cuervo de tres ojos, degradado a cebo humano y tirando a la basura toda la importancia que podría haber tenido el personaje.

Arya, uno de mis personajes preferidos y que había estado obsesionada por la venganza, de repente desiste de su empeño, sin más y en el último momento, por un consejo de Clegane, también echando por la borda todo su arco argumental.

Lo peor, posiblemente, ha sido ver a Jon Nieve deambular esta temporada de un lado a otro repitiendo como un loro que Danerys es su reina y perdiendo la poca personalidad que pudo tener alguna vez.

¿Dónde quedó el espíritu de aquella historia que llevó a Eddard Stark a morir entre las tribulaciones de los cortesanos de la primera temporada?

¿Y aquel Tyrion que usaba su ingenio para hacer que la gente cumpliese a regañadientes su voluntad? Desaparecido totalmente.

El episodio final

La muerte de Danerys era más que predecible después del genocidio que efectuó el episodio anterior.

Un episodio no hubiese sido suficiente para redimirla, en caso que hubiesen hecho que el personaje se arrepintiese, algo que no ocurrió.

La locura de los Targaryen había aflorado en ella, lo cual habría sido un giro bastante interesante, si no fuese porque ha sucedido de la noche a la mañana, justificándolo con la muerte de su subordinada y de un dragón.

La reacción de Gusano Gris, permitiendo que liberasen a Jon y a Tyrion, cuando él tenia el poder militar en ese momento y a una parte de los nobles de su lado, tampoco tuvo sentido, pero de alguna forma había que justificar que los traidores saliesen con vida del percal.

Y al final, los Stark supervivientes, después de haber sido la casa más desdichada de toda la historia, se ha quedado con todo: Bran con el trono, Sansa con Invernalia y Jon con la guardia de la noche.

Tyrion, el personaje que todos apreciamos, como mano de un rey que no parecía muy interesado en reinar y Arya alejándose en su barco para iniciar sus nuevas aventuras en un posible spin-off.

Un final aceptable, para una última temporada mediocre y muy alejada de la genialidad de George R. R. Martin.

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